La energía sostenible es aquella que se puede utilizar en el presente sin comprometer las necesidades energéticas de las generaciones futuras. Es muy importante para el medio ambiente y para el desarrollo humano, ya que contribuye a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, a mejorar la eficiencia energética, a fomentar la independencia y la competitividad de los países, y a crear empleo y riqueza. Algunos ejemplos de energía sostenible son la solar, la eólica, la geotérmica, la hidroeléctrica y la bioenergía. Estas fuentes de energía son limpias, inagotables y pueden adaptarse a las necesidades de cada lugar. Además, la energía sostenible implica un cambio de modelo en la forma de producir, distribuir y consumir energía, aprovechando las nuevas tecnologías y las soluciones innovadoras. Por ejemplo, las ciudades inteligentes, los contadores inteligentes, la iluminación LED, la movilidad eléctrica, la arquitectura sustentable y el uso del big data son algunas de las aplicaciones que pueden mejorar la sostenibilidad energética de los entornos urbanos.